Alimentos
agrícolas
Se calcula que unas 80 000 especies de plantas son comestibles,
pero sólo usamos unas 100 de ellas que proporcionan alrededor del 90% del
alimento que la humanidad consume, bien sea directamente, comidas por las
personas, o indirectamente, sirviendo de alimento al ganado. De cuatro de ellas:
trigo, arroz, maíz y patata obtenemos más de la mitad de los alimentos
agrícolas que consume toda la población mundial.
La
agricultura empezó hace unos 10 000 años, cuando los
hombres comenzaron a cultivar plantas o a esparcir semillas de las plantas de
las que obtenían alimento (cereales del tipo del trigo) alrededor de los lugares
en los que vivían. Las prácticas agrícolas fueron muy importantes para el
desarrollo de la sociedad humana. Obligaron a que el hombre, que hasta entonces
había sido cazador y recolector, con una forma de vida nómada, pasara a vivir en
lugares fijos y así comenzaron las primeras ciudades. Además, aumentó
tanto el alimento disponible que se dio el primer gran crecimiento de la
población humana.
En una sociedad agrícola, cada cultivador produce alimento
suficiente no sólo para él mismo sino también para otras personas y esto hizo
posible que algunas personas se puedan dedicar a las artes, la religión o el
comercio y que la organización social se fuera haciendo más y más compleja. Con
el paso de algunos milenios, hace unos 5000 a 6000 años, alrededor de ríos
especialmente aptos para el cultivo, como el Nilo, Eufrates, Tigris, etc., se
fueron desarrollando las primeras grandes civilizaciones en las que
surgió la escritura y tuvieron un gran impulso las actividades culturales,
científicas, comerciales, etc.. Se formaron los primeros imperios y el éxito de
la agricultura fue tan claro que muy pocos grupos sociales han vuelto a las
prácticas cazadoras o recolectoras una vez que han desarrollado la actividad
agrícola.
La gran mayoría de las especies que cultivamos en la actualidad
fueron domesticadas en los comienzos de la agricultura por nuestros
remotos antepasados. Pocas especies nuevas se han añadido aunque los
cambios en las plantas agrícolas sí han sido muy grandes. Por ejemplo las
mazorcas de maíz que se han podido encontrar en los más antiguos yacimientos
arqueológicos, tienen entre dos y tres centímetros de longitud. En la
actualidad, después de un largo proceso de selección que lleva miles de años,
usamos variedades de maíz con mazorcas más de diez veces más largas que las
prehistóricas, de granos grandes y compactos y recubiertas por hojas que
protegen los granos. Todavía existe en praderas altas de México la hierba
salvaje de maíz de la que proceden las variedades que cultivamos en la
actualidad, pero su aspecto es muy distinto al del maíz evolucionado. Sus granos
no están todos apretados y protegidos, sino al revés, sueltos a lo largo de un
tallo y sin cobertura de hojas.
Hasta hace un siglo la agricultura había ido sufriendo cambios
poco a poco, pero se seguía trabajando de una forma tradicional que, en lo
esencial, era muy parecida a la que se había venido empleando durante milenios.
Algunas técnicas especialmente útiles, como el regadío, sabemos que se
empleaban ya hace unos 5000 años.En el último siglo, y especialmente en los últimos 50 años, los
avances tecnológicos,
biológicos y químicos han supuesto un cambio enorme, una auténtica
revolución.